o una conciencia transparente, que lo haga quererse querer.
Si al fin pudiera enjuiciarlo, lo haría con severidad,
que se cargue encima, para siempre, como yo, su pena capital.
Pero, un día, un viejo sabio lo vio escondido en mi sombra y,
aunque no tiene perdón,
si lo mato a él, me muero yo
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